Los sueños siempre se han considerado un interesante aspecto dentro del estudio de la mente humana ya que pueden representar simbólicamente un estado de nuestro mundo interior. Con una debida interpretación estos símbolos brindan mensajes premonitorios o representativos de una determinada situación que estemos afrontando, por lo cual pueden ser de valiosa importancia para el despertar de la conciencia y el autoconocimiento.
Debemos aprender a descifrar esos mensajes y aprovecharlos en beneficio de nuestro éxito personal, en sus múltiples dimensiones. Por ejemplo: si alguna vez has soñado con un río, este representa nuestra salud, según la calidad de sus aguas. Al aplicar una sabia interpretación sobre la simbología de una experiencia onírica, podemos conocer nuestro real estado físico, mental y aun emocional.
La ciencia humana todavía no tiene respuestas o explicaciones exactas sobre qué es lo que nos sucede cuando soñamos, y mucho menos sobre los significados que implican estas distintas e increíbles vivencias en el mundo de los sueños. Por eso, en este tema tenemos que recurrir a un conocimiento superior, intuitivo, trascendental, que sólo las sagradas escuelas filosóficas del pasado y muy pocas del presente poseen. Escuelas que, muchas de ellas, han estado dirigidas por grandes pensadores como fueron: Heráclito, Empédocles de Agrigento, Anaxágoras, Demócrito, Antifón de Atenas, Sócrates, Platón, Hipócrates, Pitágoras y otros más.
Entonces, los sueños y sus significados siempre han estado en la mente, en los labios y en los corazones de grandes hombres y mujeres del pasado y del presente, como Carl Gustav Jung. Buscadores incansables de la verdad sobre sí mismos y sobre la vida y sus misterios, pues los sueños son como divinas perlas de luz que proporcionan al intrépido investigador el verdadero y definitivo autoconocimiento.
Y no es sólo importante estudiar los significados de los sueños, es urgente, es importantísimo que comprendamos la necesidad de lograr un despertar de consciencia. Si de pronto el lector no se ha enterado, aquí le contamos: el ser humano, además de vivir en el estado de vigilia y de sueño, debe alcanzar un tercero y un cuarto estado que son: la autoconciencia y la conciencia objetiva, con los cuales puede ser una mejor persona, estar más despierto, más consciente.
El autoconocimiento implica un grandioso y noble desafío: despertar en el mundo del sueño, vivenciar lo que existe más allá del mundo físico, en las otras dimensiones, que es a donde el alma viaja mientras el cuerpo duerme o reposa en la cama.
Sí, en el más allá del mundo físico nosotros nos movemos y vivenciamos cosas grandes, diferentes, pero debido al estado embotellado de nuestra conciencia dentro del ego, cuando ya despertamos y abrimos los ojos, se nos olvidan, no traemos en memoria las reales experiencias vividas en el mundo onírico.
Y alguien puede preguntar: “¿Habrá alguna forma de despertarnos? ¿De volvernos más conscientes, tanto aquí en el mundo físico como en el mundo del más allá, llamado plano astral?”.
Sí, es posible lograr un mayor despertar. Todos debemos realizar un trabajo con más ahínco sobre nosotros. Realizar técnicas de auto observación constante, de transformación de defectos en virtudes, de sublimación de potentes energías que hay en nosotros y poner más atención a todo lo que hacemos en todo instante y lugar.
Ya le vamos a enseñar, entre muchas que hay, una técnica sencilla para lograr más lucidez y despertar en los sueños. Pero, sepa que este es un propósito de toda una vida.
Mira, usted, algo interesante. En una tesis titulada IMPLICAÇÕES EPISTEMOLÓGICAS DA EXPERIÊNCIA DO SONHO LÚCIDO (Implicaciones epistemológicas de la experiencia del sueño lúcido) de los profesores Edmur Santana da Silva y Alfredo Pereira Júnior, de la USP, Universidade de São Paulo, en la página n.10, explican: “Para que el soñador comprenda que se encuentra durmiendo y está soñando, es necesario que vaya más allá del fenomenismo”. Y siguen afirmando en una forma muy sabia: “Es interesante notar que, para que consiga percibir que es un sueño, el soñador necesita estar activo en la realidad en que se encuentra, o sea, él necesita cuestionar algo que él ha visto y que sería imposible que sucediera en la realidad física, como, por ejemplo, depararse con alguien que ya ha muerto; o aun realizar una acción física que considera ser imposible, como, por ejemplo, cruzarse una pared o respirar con la nariz taponada”1.
Sobre esto, desde la segunda mitad del siglo pasado, el gran sabio del autoconocimiento, Maestro espiritual de la Gran Fraternidad Blanca Universal, SAMAEL AUN WEOR, precisamente ya había enseñado a la humanidad prácticas para este despertar, para que tuviéramos sueños lúcidos, o sea, sueños despiertos. Que durante el día uno podía hacer un movimiento sencillo, diferente, por ejemplo: jalar el dedo pulgar de la mano, y a la vez hacerse una preguntita: “Me encuentro en el estado de vigilia, despierto, ¿o estoy en el mundo de los sueños?”. Y así, volver esta práctica algo rutinario durante el diario vivir.
Explica el Venerable Maestro SAMAEL AUN WEOR que esto, al volverse algo frecuente haría que, por la noche, cuando estemos inmersos en el mundo interno de los sueños, al hacer esto el dedo se estiraría, cosa que es imposible que suceda en el mundo físico.
Esto indicaría que estamos en otra dimensión, diferente de la física, donde las leyes son distintas. Y que, en este instante, el soñador tendría más lucidez y eso podría traerle un despertar en el mundo del sueño; que allí tendría más atención y facilidad en movilizarse libremente, con más autonomía en los planos superiores de consciencia.
Alcanzar la realidad onírica es algo magnífico y siempre será uno de los grandes propósitos de la verdadera evolución humana. Debemos alcanzar la sabiduría de despertar en el plano astral y que aun en medio de los sueños seamos conscientes de la experiencia que estamos viviendo.
Si la humanidad lo logra, el mundo será diferente. Esto traería un gran beneficio a esta humanidad, poniéndola en un nivel superior, arrojando efectos beneficiosos en todos los aspectos de la vida. La verdad, la justicia, el amor, la bondad coronarían la existencia humana y de todos los vivientes en la Tierra. Esto nos licenciaría estar más cerca de lo Divinal, dentro y fuera de nosotros. Interpretar el significado de los sueños es, entonces, una consecuencia natural del despertar de nuestra conciencia. A mayor despertar, más evidente será el significado, más comprensible el símbolo, más claro el mensaje y su origen mismo.